La figura del avalista de una hipoteca

En ocasiones, los solicitantes de una hipoteca no son capaces de acreditar suficiente solvencia como para hacer frente a los pagos de la hipoteca. Los bancos no confían en que ese titular sea capaz de asumir las mensualidades y por ello le exigen una garantía en forma de aval.

La existencia de un aval asegura a la entidad el cobro del préstamo ya que, en caso de impago, el avalista responderá por el titular de la hipoteca. La figura del avalista ha perdido importancia con el paso de los años, pero todavía siguen dándose casos en los que se concede una hipoteca gracias a la aportación de un aval.

En los siguientes apartados se profundizará en los tipos de avalista que se pueden encontrar, quién puede convertirse en avalista y cuáles son sus implicaciones.

¿Qué tipos de avalista existen?

Hay diferentes tipos de avalistas y se pueden clasificar en función de tres criterios: la obligación garantizada, el emisor y la duración. A continuación, se muestran los tipos de aval que componen cada clasificación.

En función de la obligación garantizada:

En función de la obligación garantizada un aval puede ser aval económico o aval técnico.

El aval económico está comprometido con el pago de las cuotas o de una cantidad previamente acordada. De este modo, asume la deuda en caso de impago por parte del titular.

El aval técnico es una figura que no está tan relacionada con el mundo de las hipotecas ya que este avalista se compromete a la prestación de servicios o realización de trabajos. Es habitual contar con este tipo de aval en contratos de obras y en contratos con proveedores de servicios.

En función del emisor:

En función del emisor del aval, se pueden encontrar dos tipos de avales: el aval personal y el aval bancario.

El aval personal es emitido por una persona física o jurídica que responde con todos sus bienes y es el más habitual en las hipotecas de particulares.

Por otro lado, el aval bancario se da cuando es la entidad bancaria la que se convierte en el avalista. Esto se da con menos frecuencia.

En función de la duración

Un avalista puede serlo durante un plazo determinado o indeterminado. En aquellos casos en los que es un plazo determinado, el avalista sólo responderá ante las obligaciones del prestatario durante el tiempo que se haya acordado. En cambio, si figura como aval por plazo indeterminado, será avalista hasta el momento en el que la deuda se haya amortizado íntegramente.

Implicaciones del avalista

Antes de aceptar ser avalista de alguien o involucrar a un tercero pidiéndole que se convierta en avalista, es importante saber todo lo que implica.

En primer lugar, hay que saber qué tipo de aval se va a solicitar. No es lo mismo un avalista temporal que uno indefinido, pues este último responderá hasta que se extinga la deuda.
La principal implicación de ser avalista es el riesgo. Al fin y al cabo, si el titular de la hipoteca acaba incumpliendo los pagos, el avalista será el que los asuma. Si en un momento dado, el avalista no es capaz de asumir los costes, se arriesgará a perder sus bienes.

Por ello, existen dos preguntas que deben formularse siempre. Estas son:

¿Puede el titular de la hipoteca asumir la deuda y hacerse cargo de las mensualidades?
En caso de que el titular de la hipoteca caiga en impagos, ¿es capaz el avalista de hacerse cargo de las mensualidades?

Si la respuesta a estas dos preguntas es afirmativa, entonces se puede considerar la opción de pedirle a alguien que sea un avalista de la hipoteca. En caso contrario, es aconsejable explorar otras opciones antes que comprometer al deudor principal y al avalista poniendo en riesgo todo su patrimonio personal.

Finalmente, todo avalista debe tener en cuenta que, en el momento en el que acepta avalar a otra persona, este figurará en los registros como avalista. Esto implica que, si se acude a cualquier entidad en busca de un préstamo, estos considerarán que su capacidad económica es inferior y puede ser que incluso le denieguen el crédito.

¿Quién puede ser mi aval?

Para empezar, para avalar la hipoteca de otra persona es necesario ser mayor de edad y cumplir con ciertos requisitos. Es fundamental recordar que la razón por la que se necesita el avalista es porque el titular de la hipoteca no tiene suficiente capacidad económica como para conseguir la concesión de la hipoteca por sí solo.

Por ello, el banco analizará la situación del prestatario y determinará la necesidad de una garantía adicional, en este caso en forma de avalista. Además, la entidad realizará el mismo estudio de la situación y solvencia del avalista.

La entidad bancaria estudiará los ingresos, la estabilidad laboral, las propiedades, las deudas pendientes y el historial crediticio del potencial avalista. En caso de obtener el visto bueno del banco, se podrá firmar la hipoteca con el avalista escogido.